Circula por ahí este manifiesto, lo traemos por aquí.
Contrasta plenamente con la realidad, para nuestra desgracia.
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Manifiesto de los acampados en la Puerta del Sol
DEMOCRACIA REAL ¡YA!
Nadie os obligó a ser políticos.
Ninguno de nosotros os pidió que sirvierais al país.
Fue vuestra decisión, libre y soberana, así que no vamos a bajar el listón de nuestra exigencia, al contrario, vamos a incrementarlo como nunca antes lo habíamos hecho y vamos a convertir nuestra determinación en el motor de una revolución pacífica que no podréis ni soñar en detener.
Nosotros sustentamos la nación con nuestro trabajo y sostenemos al estado con nuestros impuestos.
Nosotros parimos los hijos, los educamos para que continúen manteniendo la nación cuando les llegue el turno y los alojamos en nuestras casas más tiempo del necesario para su vuelo.
Y vosotros no habéis hecho vuestra parte del trabajo.
Ahora no tenemos pan para alimentar a muchos de los nuestros.
Ahora, una generación entera mejor preparada que ninguna otra antes está agonizando sin futuro. Por vuestra culpa.
Ahora lo sabemos: con vuestra hambre de prebendas y vuestra medrosa intemperancia habéis vendido nuestro país y nos habéis vendido a nosotros.
Lo peor es que también queréis que paguemos la factura de vuestras pavorosas componendas.
Nosotros cuidamos de los ancianos, mantenemos el ritmo económico del país y hacemos que el progreso sea una realidad para todos inventando internet, descubriendo los principios activos de los medicamentos,
aportando ayuda para paliar cualquier desgracia colectiva, viajando a lugares remotos para llevar consuelo o conocimientos, creando los puestos de trabajo y limpiando el chapapote mental con que vuestra negligencia nos roba vidas, haciendas y esperanzas.
Somos nosotros los que morimos por vuestras decisiones, demasiadas veces equivocadas: y es que nosotros ponemos los muertos en los accidentes, en los atentados, en las guerras y en las catástrofes.
Vosotros solo nos miráis desde arriba, insaciables, pidiendo más y más y más.
Ahora, cuando las cosas van mal, así sea individual o colectivamente, seguimos siendo nosotros los que apechugamos para salir del hoyo que vosotros cavasteis. Y de paso os sacamos también a vosotros, ingratos, que encima sonreís y os ponéis la medallita que solo es de la masa, de la gente, de la muchedumbre.
De la ciudadanía.
Nuestra.
Y ya hemos llegado al final de nuestro aguante.
Hasta hoy os hemos pedido poco, muy poco. Solamente que no metierais mano en la caja, que no anduvieseis a la gresca por una silla apenas unos centímetros más alta que la otra, que conocierais y respetarais la Constitución , que entendierais nuestras necesidades como sociedad, que fuerais demócratas en el más estricto sentido de la palabra y que protegierais a los más frágiles de entre nosotros.
Los servidores públicos sois vosotros y estáis a nuestra disposición, pero lo olvidasteis hace décadas y vendisteis muy barato nuestras vidas, nuestras haciendas, nuestras esperanzas.
Os pedimos muchas veces que nos respetarais como a iguales, que dejarais de perder el tiempo en nimias controversias sobre el tamaño de vuestros egos, enormes por demás. Os gritamos que fuerais más constructivos, capaces y tolerantes, que no dierais tan mal ejemplo a todos los que os hemos estado mirando, atónitos.
Ha llegado el momento de recordaros algo muy importante: este país es nuestro, no vuestro. Y os lo vamos a hacer saber con cuanta determinación y esfuerzos sean necesarios.
Ha llegado el momento. Vamos a recuperar nuestras vidas, nuestras haciendas y, por encima de todo, nuestras esperanzas y nunca más volveréis a robárnoslas.
Ha llegado el momento. Somos más y cada uno de nosotros vale más que todos vosotros juntos porque a nosotros nos mueve la confianza en el nuevo tiempo al que pertenecemos y no vuestro miedo a perder un tiempo que ya murió.
Ha llegado el momento. Vamos a recuperar la sociedad de una nación a la que queremos más que vosotros, con más sensatez y mejores capacidades.
Una sociedad que sabe lo que quiere, cómo lo quiere y cuándo lo quiere.
Una sociedad segura de sí y que sabe bien lo que no quiere: a vosotros.
Ha llegado el momento de abrir la caja de Pandora: y ahora solo resta que os vayáis y dejéis el campo libre para que podamos hacer las cosas bien, con la participación de todos y con la hermosa bandera de la Democracia Real izada en nuestros pabellones.
No lo pongáis difícil empecinados en vuestra arrogancia.
Idos a casa, politiquillos. Idos ahora cuando todavía os cabe el honor de la retirada silenciosa. Después no habrá tiempo y será muy doloroso.
Estáis despedidos. Sin 45 días. Ni paro.
Democracia Real Ya.
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Fue un movimiento que empezó de una manera preciosa. Según lo visto en la entrada anterior, donde los políticos pastelean y se dan indemnizaciones indecentes cuando se les acaba el chollo; de poco ha servido.
Incluso, en los últimos días despertaban cierta antipatía, porque además, la gente que se podía ver en los últimos días, distaba mucho de ser en ciudadano normal, parecían más bien antisistemas, arrimándose allí donde hay tumulto.
Pero bueno, la intención muchas veces es lo que cuenta. Esta era la suya.
Y todo lo que has escrito G. Cooper lo suscribo. Creo que la iniciativa básica que era esa, declarar nuestro hartazgo e indignación, además de conseguir mejoras imprescindibles para la participación más directa de la ciudadanía, siguen vivas. Creo que no deben ser confundidas con ningún programa político porque deberían ser la base sobre la que crear cualquier programa político. Seguid argumentando, denunciando, proponiendo. Dad un paso más y usad el sistema como lo hacen los indeseables de los separatistas.
ResponderEliminarNo os limitéis a vocear. El mundo está lleno de gritos perdidos.