En el siglo XVII, las monarquías absolutas, utilizando las ideas de la ilustración para su propio interés, acuñaron el termino "Despotismo ilustrado", la máxima era: "Todo para el pueblo, pero sin el pueblo".
Ese despotismo ilustrado, que ponía a su acomodo las ideas ilustradas, para que el viejo régimen siguiera igual, simplemente con un ligero maquillaje, no es cosa del pasado, para nuestra desgracia.
Las democracias que vivimos hoy en dia, tienen muchos puntos comunes a este aberrante "Todo para el pueblo, pero sin el pueblo".
La voz del pueblo, se malinterpreta, se prostituye, se falsea.
Algunos políticos, en el atril del congreso, se dan golpes de pecho, mientras con enorme teatralidad dicen que son la voz del pueblo, la voluntad popular. Sin embargo, ése es el único momento en que están próximos al "pueblo", pues cuando bajan de su estrado, vuelven a sus privilegios, a sus escoltas, a sus urbanizaciones de lujo, a su coche oficial, a sus viajes en aviones privados, a sus reservas exclusivas, a sus palcos vips del futbol...
El pueblo y su voluntad, se diluyen entre champan francés y boletas de la American Express.
Por desgracia, a través de tu lección histórica se ha hecho realidad la frase de "que todo cambie para que nada cambie", y de mientras nosotros tan felices viendo la televisión mientras el resto del mundo se va despertando, aunque sea poco a poco.
ResponderEliminarSaludos.
Cierto Leonor, parece que en la naturaleza humana hay comportamientos inmutables.
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